Puertos de Ribagorza 2012.
La experiencia es un grado y a veces dos.
El ser la segunda, el haber estado, el saber lo que viene, lo que te queda, es en buena parte fundamental para cualquier evento en la vida y más para uno deportivo, a nuestro nivel, de esta índole. Habíamos oído hablar de Puertos de Ribagorza por los compañeros de ruta de otros clubs, por páginas dedicadas al cicloturismo, por foros en los que uno entra para chafardear de aquello que a uno le entusiasma y le pierde en la noche de los tiempos. Pero 200 kilómetros de recorrido para gente como nosotros, que ni entrena ni coge la bici entre semana ni para limpiarla y tan solo sale el fin de semana para comerse con los colegas de ruta una buena butifarra amb mongetes, creo que es excesivo. Pero bueno ya estábamos allí y había que disfrutar lo máximo posible. Y ese objetivo no había duda que se iba a conseguir y se consiguió. Los Acedo, Perico Delgado, Pepe Morote, Carlos Hernández, Ferrán, Gabi, Diego, Manolo Jurado y un servidor, Adolfo García en representación de la Unión Ciclista Singuerlin. Qué más dará quien la acabo, o el que hizo el recorrido corto o largo. Todos estuvimos a una, nuestro club. En la parte más técnica resaltaría los muchísimos kilómetros, sobre todo los 100 intermedios que transcurren por carreteras segundarias, de su firme tan bacheado e irregular. Subiendo y bajando. Eso, el desnivel total de 3000 m. el Puerto del Espino (penúltimo de la maratoniana jornada), con un desnivel continuo en sus 8 kilómetros de ascensión del 7,5%,te enseña la dureza de esta marcha. Y cuando coronas el último puerto, te quedan 50 kilómetros hasta meta favorables. Si, favorables, con viento en contra, un pelotón de 200 tíos a todo trapo y unos repechos que cuando llevas cerca de 200 kilómetros entre pecho y espalda son casi inaguantables. Pero ahí está el kit de la cuestión: Gabi subiendo el Puerto del Espino: No te cebes, tranquilo, sigue a este ritmo .No tires del grupo ahora que vienen dos repechos muy duros. Vamos Adolfo metete ahí! Deja que tiren los jóvenes. Y es que:
La experiencia es un grado y a veces dos.